si nos cambiáramos de lugar las piezas
si nos desordenáramos de lugar los dientes
-como rebobinando el tiempo-
y pudiésemos descuartizar la carne
-las palabras-
con la primera fila de soldados
no esperar a que el impulso parta
de un montón de cuerpos mutilados
de la supervivencia como laboratorio
para que nos deslicemos seguros
a los ojos cíclicos del frente alterno
si recostáramos la masa cruda
no como un cuerpo entero
sí como un puzle de piedras filosas
que se va tajando mientras camina
o se a r r a s t r a
o se
des
mo
ro
n
a
y llenáramos de manos
-amputadas y sedientas de un tronco vivo-
el suelo esmerilado o blando o transparente
donde nos vamos derritiendo inválidos
y nos dejáramos escindir por ellas
–esa era la palabra-
en posturas y ojos que se resguardaban
dentro de
y de [cubículos que fueron
y de bautizados en otro idioma]
no seríamos los mismos
estaríamos seguros
de habernos encontrado
durante el apagón
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