Un mundo de ampollas,
verrugoso. Entre mocosos
miedos, se embarca
y me escurre
la mente que,
en plena gula,
se desarma.
Pechera actitud
la de el/la costumbre.
No deja ni hueco
ni hendija ni paso
al trote estridente.
Envasa el consuelo
para que conserve
la miseria,
la peste; mi baba
se pudre
y vuelve a hidratar
la boca que,
en pleno discurso, muere.

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