Me
trepan
como
poetas borrachos y sombríos
unas
ganas suculentas de leerte
pausado,
a gritos,
eufórico
y anestesiado.
Me
trepan por detrás de las orejas
susurrando
tu nombre y tu mirada:
siento
el chasquido
de
su saliva al decirte
y encontrarte desnudo en tus palabras.
Me
trepan
y con ellas un escalofrío narcótico
que
se desliza
por
cada surco del cuerpo que me viste.
Me
trepan
y ya desgarran
cualquier
tendenciosa gana
de
eclipsarme
y no quererte porque sí.
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