Las migajas del olvido

Las migajas del olvido no rompen nunca la raíz que las baja a tierra, que las reencarna, que las retrae a la matriz soberana de hacer vivir y dejar morir. Son eternas en la nada. Nada de la que estamos hechos; nada más que recuerdos. Recuerdos encapsulados como en células que moldean el cuerpo de nuestra existencia; recuerdos, a veces, olvidados. Y que despiertan, como por gracia divina, con el aroma de la nostalgia. Aroma que se desprende del alma y se respira por la capa más profunda de nuestra piel. Y, tal como lo concebía Agustín, el alma nos revela la verdad, que, en este caso, no es divina, pero sí esencial. Verdad de lo que somos y no conocemos. Esencia de las migajas del olvido. 

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